Por Adilson Araújo, presidente del CTB
Impugnada por la oposición, la reelección del presidente Nicolás Maduro en Venezuela intensificó las contradicciones y enfrentamientos entre fuerzas progresistas y fuerzas reaccionarias y conservadoras aliadas al imperialismo en el continente americano.
Manipulada por Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos (OEA) publicó este martes (30) un informe en el que no reconoce el resultado de las elecciones, proclamadas el lunes (29) por el Consejo Nacional Electoral (CNE) del país. y aún sostiene que el candidato opositor, Edmundo González, fue el ganador.
La postura de la entidad despertó la indignación de líderes progresistas como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien se ha comportado con cautela en este tema y defiende, al igual que Brasil, la presentación de los resultados de las urnas para resolver dudas.
Noticias falsas
“¿Cuál es la base para que la OEA concluya que ganó el otro candidato? ¿Dónde está la evidencia de esto?”, preguntó Obrador.
Según denunció el presidente mexicano, la OEA “no es un organismo democrático ni autónomo” ni “representa a los países de América”.
Es, en sus palabras, un “apéndice de una facción, una organización que debe ser reformada, ya que es inútil, no sirve más que para empeorar los problemas”.
La facción a la que alude Obrador en realidad está encarnada por la derecha neoliberal y la extrema derecha, que operan bajo el mando de Washington.
Son los EE.UU. los que manipulan la OEA, donde Cuba, por este motivo, no tiene asiento. Esta verdad salió a la luz, una vez más, tras los dramáticos acontecimientos que culminaron con el golpe militar que, en 2019, depuso al presidente de Bolivia, Evo Morales, recién reelegido.
Sin presentar pruebas ni pruebas, esta misma OEA –vasalla de los imperialistas estadounidenses– alegó la ocurrencia de fraude en las elecciones que resultaron en la victoria de Morales para justificar el golpe de Estado que terminó destituyendo al líder indígena de la Presidencia y hundiendo al país en caos.
El papel de Estados Unidos en el triste episodio fue evidente y ampliamente denunciado.
El objetivo del imperialismo en Bolivia es apoderarse del litio. El país latinoamericano posee las mayores reservas mundiales de esta materia prima estratégica y ya ha llegado a un acuerdo con China y Rusia para su exploración, lo que Washington no tolera. En Venezuela, el objetivo obvio es el petróleo.
La OEA, organización que ha sido manipulada por Estados Unidos desde su creación, carece de credibilidad, pero sigue sirviendo a los mismos propósitos antidemocráticos e imperialistas. Su objetivo ahora es estimular el movimiento golpista que la extrema derecha venezolana intenta crear y que tiene un claro parentesco con el fatídico 8 de enero en Brasilia.
La reelección de Maduro es de extraordinaria importancia para las fuerzas progresistas en América Latina y, en particular, para la lucha de los demócratas para detener el ascenso de la extrema derecha en América Latina. Aunque los neofascistas de hoy se presentan como defensores de la libertad de expresión, en realidad son enemigos de la democracia y heraldos de la barbarie, como quedó demostrado el 8 de enero en Brasil después de la toma de posesión del Presidente Lula.
Respeta a Venezuela
Como destacó el empresario y abogado cubano-panameño Humberto Pérez en un mensaje el
Agregó que los resultados son escrutados y comparados con la debida transparencia, y es importante resaltar que los sistemas electorales han sido atacados por medios digitales para retrasar este proceso. A Venezuela se le exige algo que no se le exige a ningún país.
“Es triste y vergonzoso ver cómo se manipula la información en función de intereses geopolíticos y de control regional, demostrado en los constantes intentos de injerencia de personas influyentes en la política, jefes de Estado y representantes de organismos internacionales que se prestan a juegos mediáticos y confusión. los mismos que no permiten que esto se aplique en sus políticas y en sus países”, destacó.
La lucha contra el imperialismo y por el derecho a la autodeterminación de los pueblos y naciones requiere, en este momento, el reconocimiento y defensa de la reelección de Nicolás Maduro en Venezuela, contra el neoliberalismo, la extrema derecha y el imperialismo.
En esta batalla, la vacilación no es una buena consejera. Las posturas vacilantes sirven a los propósitos antidemocráticos y neocoloniales de lo que es, hoy, el mayor enemigo del pueblo: Estados Unidos.